Se trataba de ilustrar unos libritos para niños chicos, con las aventuras de un peculiar personaje de serie de televisión británica: "BRUM", un cochecito con vida propia.
Mi vida de ilustrador de libros está llena de personajes de "licencia" más o menos divertidos, no voy a contaros los "menos" pero este fué ciertamente de los "más.
Me explico: Dibujar coches era mi ilusión desde niño, y esté "Brum" vivía en un museo, de manera que al comienzo y final de cada aventura aparecía su "casa" rodeado de otros vehículos reales.
No existía un estilo previo, por lo cual escogí uno que "dominaba" (es un decir) y que consideré apropiado a la tradición ilustrativa inglesa y al "vintage" que ya en aquellos 90 representaban aquellos coches de los años 20.
El rotulador de punta fina con entrecruzado de trazos, al estilo "grabado" funcionaba, y un color bastante sobrio para destacar el amarillo del protagonista, en una acuarela bastante libre, terminaban la ilustración.
Un secreto, en los fondos,(no tanto en el cochecito protagonista) invertí el orden, o sea acuarelaba primero los paisajes, personajes humanos y objetos sobre el lápiz y aplicaba el rotulador negro posteriormente, en ocasiones sólo apoyando y no perfilando todo el conjunto.
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