16/4/10
Hoy por primera vez, os presento un par de obras de las cuales no soy autor, son de Marta, mi mujer.
El dibujo a pastel, es otro procedimiento muy querido en casa, yo lo descubrí a finales de los 60, ejercía de bocetista en publicidad, cuando un par de directores de arte, aterrizados en Barcelona y llegados de una multinacional de E.E.U.U en Brasil, me enseñaron como lograr "layouts" rápidos y efectistas, con esta técnica.
Lo de Marta fué diferente, aprendió a manejar el pastel en una academia de arte, como paso previo al óleo, pero el procedimiento le fascinó.
Se dice, que los pueblos primitivos no permitian a los fotógrafos viajeros tomarles retratos, porque creían que les robaban el espíritu, yo creo que Marta se lleva la esencia de los objetos que dibuja, en base de acariciarlos con la mirada horas y horas, descubrir matices y detalles, iluminarlos teatralmente (dicen que la iluminación lo es todo... o casi) y reproducirlos meticulosamente.
Otra cosa, el pastel es como el barro, permite, mejor aun, pide mancharte los dedos extendiendo el color, tanto Marta como yo, (en eso estamos de acuerdo) huímos del frío "difumino" de papel enrollado, ni para los detalles más nimios, ¿acaso no existe el dedo meñique?
El objeto puede ser una garlopa encontrada en Boñar, una vasija de cerámica blanca comprada en Navarrete, o un microscopio del abuelo, despues de varias sesiones, aquel objeto ya es suyo para siempre.
¿Quereis creer que una vasija de cristal, hizo !creck! y se agrietó tras largas horas de posado?
Isidre Monés
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