Cuando hace 1000 años, los agentes publicitarios de la Iglesia, se dedicaron a construir campanarios de varios pisos en cada pueblo y pueblito, sabian que se trataba de ganar para la causa, una magnífica jugada en imagen y sonido.
La campana sonando y la torre emergiendo desde lejos sobre el caserío bajito y apretado, era/es, un reclamo impagable.
Y así hasta hoy, en que un agnóstico como yo, viajando por ahí, soy incapaz de sustraerme a recorrer cualquier laberinto de callejuelas, hasta alcanzar su base, y desde allí entrar en el templo a disfrutar de claustros, naves, frescos, incluso (ya menos) de retablos barrocos con mártires pintados en su peor momento.
Nunca he dejado de visitar (y admirar) cualquier catedral o ermita, a mano o a trasmano, que para eso estan las guias.
Sólo la catedral del Burgo de Osma por tema de horario y prisas, y la de Tarazona por obras (ya no), se me escaparon.
De eso a querer compulsivamente dibujarlos, sólo hay un paso.
En formato marcapáginas ( ya les va) A lápiz, plumilla, acuarela, pastel... Románicos, góticos, mudéjares, barrocos... Hay dónde elegir... y conservar.
He aquí algunos. Esparreguera (mi pueblo, 66 m. el segundo más alto de Cataluña). Collbató.
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