Peripecias seguntinas, o como colgarse de una escutura.

Todas las ciudades tienen un icono o símbolo, que las distingue y representa.
Algunos enormes como la Torre Eiffel, la Sagrada Familia de Barcelona, o la estatua de La Libertad.
Otros pequeñitos como la Sirenita de Copenhague, El niño que micciona de Bruselas, o el Torico de Teruel,(sin ir más lejos)
Un icono a cubierto, ya es más raro, pero esta es la esencia del Doncel, modesto y poco amigo de agasajos que le distraigan de su lectura.
Modesto si, pero coqueto, con una elegancia informal,(¿quiza diseño de Milan?)en sus indolentes piernas cruzadas.
"!Oye, que en la Iglesia, se tumba uno correctamente!" le diría el señor Obispo, chapado al gótico puro y duro.
"Dónde iremos a parar, dónde esté una estatua mortuoria como Dios manda, bien tiesa y con las manos unidas, rezando a poder ser y con un rosario entre los dedos, (labrado en alabastro es cosa de mucho mérito) que se quiten esos modernismos" rezongaban por lo bajini las señoras en Misa de 12.
"Seguro que es cosa del Fernando ese, mucho conquistar Granada, pero el día menos pensado vienen de Alemania a gobernarnos..."
Sus compañeros de correrias juveniles, ya sentada la cabeza intuían que si no pasaba nunca página, es que estaba más atento a las mozas que a la lectura, "Menudo era!"

Tranquilo Doncel, siglos ha, que ya nadie te critica, siglos ha, que tu gesto y tu actitud crean tendencia... Ah! y lo de los alemanes, sigue vigente.
Eternamente tuyo:
Isidre